Brick Game

Se viene una nueva “Fecha de los clásicos” en la Copa de la Liga. Es una idea que en la mente de Chiqui Tapia se ve como el atractivo line-up de un Live Aid, pero en realidad es más como un Brick Game. Para quienes hayan crecido en los 90, lo recordarán: ese ladrillo gris que prometía horas de diversión con más de 120 juegos, pero que en realidad eran distintos niveles de dificultad de solo dos juegos: Tetris y Formula 1 (dónde el auto eran 8 pixeles)
La emoción por el aparato duraba lo que nos frustraba el Tetris y, de los 120, solo llegábamos a jugar un par antes de dejarlo olvidado en un rincón. Es que generar el efecto “Brick Game” es perjudicial e injusto, puesto que en el menú hay muy buenas propuestas. El no tener un “Clásico del domingo” produce que se jueguen partidos en horarios y días marginales. ¡El clásico platense un domingo a las diez de la noche! Además, el Boca-River opaca mediáticamente al resto.
En época de “Fútbol de Primera”, la crítica era por el escaso tiempo dedicado a los partidos que no eran el “Clásico del domingo”. Había que esperar hasta casi el final del programa para ver un compacto de dos minutos con los goles de Los Andes vs Lanús. Hoy la situación es peor: los partidos siguen siendo codificados, no hay hinchas visitantes, el espacio en medios tradicionales se redujo solo a River y Boca, y ya no está el programa de Macaya Márquez ni Fútbol X2.
Torneo de 28 equipos, todos los clásicos amontonados, errores de organización que nos privan de un histórico clásico mendocino. Lo mejor no es tener tantos juegos malos juntos sino dedicarle el tiempo suficiente a uno muy bueno que nos pueda dar horas y horas de diversión con sus mundos, su música, sus coloridos gráficos y sus trajes de rana. Sí, me estoy refiriendo al cartucho de Super Mario Bros. 3.