Cortázar en la época de lo políticamente correcto

Fabio Martín Olivé
3 min readSep 12, 2018

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Estamos viviendo años de revoluciones sociales que han ido desgastando las cadenas de la opresión y la intolerancia, logrando así varias liberaciones personales. Estos cambios nos llevan a cuestionarnos actitudes, maneras de pensar y hasta nuestros gustos. La cultura que consumimos (películas, anime, música, videojuegos, libros, etc.) es la primera por la que empezamos nuestro revisionismo personal y es ahí donde nos damos cuenta de que esas cosas que antes nos gustaban y nos hacían reír, hoy nos generan rechazo. Evolucionamos como personas, sí. Pero solemos ser injustos al descontextualizar.

Aquí entra Julio Cortázar y, más específicamente, los personajes de su obra Rayuela. En este 2018, La Maga y Oliveira, idealizados durante años, hoy no entran dentro de los cánones de lo políticamente correcto. Generan rechazo al darnos cuenta de la relación tóxica que tienen y sus actitudes hacia el resto del mundo. ¿Pero tienen que ser buenos ejemplos para la sociedad? ¿Acaso tenemos que empatizar con todos los personajes de ficción?

No es casualidad que se viva un boom de los superhéroes. Sus protagonistas son seres casi perfectos pero inocuos. Incapaces de ofender a alguien, les caen bien a cualquiera del público y este se mantiene en una burbuja muy similar al mundo sin abogados que imaginaba Lionel Hutz. Aburrido.

Francis Ford Coppola nos hizo amar a un mafioso como Michael Corleone, Stanley Kubrick a un sociópata violento como Alex DeLarge, o Quentin Tarantino a un nazi como Hans Landa. Hasta nos encanta ver cómo el Depredador mata soldados. No empatizamos con ninguno; nadie quiere ir a matar gente con una motosierra luego de ver La Masacre de Texas, pero son íconos que vamos a seguir teniendo bien en alto en nuestro podio, aunque hoy en día, cuando por Twitter se cuestiona que se realice la biopic de un asesino, sea cada vez más difícil ver personajes así.

Volvamos a Rayuela. A esa París lúgubre donde un grupo de burgueses aburridos se sienten vacíos en una sociedad que no los logra satisfacer con nada: ni con amor, ni con sexo, ni con responsabilidades, ni con alcohol, ni con jazz. El inconformismo y la desorientación de la juventud (algunos ya no tan jóvenes) que también reflejaba Nanni Moretti con esos amigos que hacían “reuniones de autoconciencia” en Ecce Bombo. Son temas tocados por varios artistas porque son transversales a gran parte de la sociedad, lo que logra una identificación.

Nadie quiere ser La Maga, sumisa y desinteresada. Nadie quiere ser Oliveira, manipulador y egoísta. Imposible sentirse identificado al leer lo que pasó con el pobre Rocamadour. O quizás lo que genera rechazo al (re)leer hoy Rayuela es la idea de sentir que compartimos algunas de esas miserias que nos negamos a asumir y que también tenemos algo de La Maga inocente o del Oliveira soñador dentro de nosotros. Los buenos personajes de ficción son como nosotros, imperfectos, con matices. Hoy solo levantamos el dedo acusador de la moral para marcar en otros lo que nosotros queremos ocultar.

Cuestionemos todo. Rompamos paradigmas. Sigamos avanzando en busca de una sociedad más justa e igualitaria. Pero mientras estamos en esa ardua lucha, también nos tomémonos un momento para leer un cuento o ver una película y poder experimentar distintas emociones o simplemente para despejarnos un rato de tanta realidad.

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Fabio Martín Olivé
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Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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