Fútbol para entendidos

Fabio Martín Olivé
3 min readOct 27, 2023

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Dimitar Berbatov era, para mí, un jugador elegante, fino, estético y, sobre todo, personal. Era como encontrar una pequeña parcela en el vasto terreno del fútbol que podía adueñarme. Cómo esos fanáticos de Nirvana que reniegan de “Smells Like Teen Spirit” porque la consideran comercial y que la verdadera escencia de la banda se encuentra en “Bleach”.

Lo debo haber visto por primera vez en esa final de UEFA Champions League de 2002, luciendo la camiseta del Bayer Leverkusen. No puedo afirmarlo con certeza, ya que en mi memoria todo es borroso, excepto por la majestuosa volea de Zidane. Quizás algo más debo haber visto de él en la temporada 2003–2004 de la Bundesliga. En ese entonces, TyC Sports había adquirido los derechos de transmisión y contaba con la dupla Marinelli-Lavecchia como comentaristas. Sin embargo, nuevamente, su presencia quedó en un segundo plano, ya que quedé cautivado por el Werder Bremen de Micoud y Ailton. Así que sin dudas mi acercamiento a su figura fue cuando arribó al norte de Londres.

En el año 2006, los sábados y domingos por la mañana estaban reservados para ver la Premier League en Fox Sports. El Tottenham de aquel entonces, con jugadores como Berbatov, Robbie Keane, Mido y Defoe, irradiaba carisma. La elección de Berbatov por encima de los demás, o cualquier otra figura de la Premier, podría considerarse un tanto snob. La forma en que controlaba un balón, como si este se adhiriera a su empeine, su habilidad para mover su alto cuerpo de 1.89m metros no solo sin torpeza (lo cual para alguien como yo, torpe y de 1.84m, parecía magia negra), sino con la gracia y belleza de un bailarín. Sus definiciones en el campo distaban mucho de la tosquedad de otros delanteros de la época, como Jancker o Koller.

Apreciar a Berbatov era tener un capacidad que pocos tenían. Cómo quien degusta un buen vino. Aunque estoy siendo snob otra vez,puesto que nada se de vino más allá de emborracharme. estaba en mi último año de secundaria, en ese punto donde el invierno de la adolescencia da paso a la primavera de la adultez, y uno se apurar en revolver todo para terminar de encontrar su identidad. Muy pocos de mis compañeros compartían mi interés por el fútbol inglés, y nadie conocía a Berbatov. En ese momento creía que su fútbol era un tesoro del cual sólo yo tenía el mapa para desenterrarlo.

La realidad es que a Berbatov lo conocen miles de personas en el mundo (aunque menos de las que debería) y yo sólo era un más. Pero al igual que cuando te cruzas por la calle con alguien que lleva una remera del animé que te gusta o pasaban en la radio una canción de tu banda preferida, al hablar de Berbatov con alguien más se genera una complicidad cómo si de magios se tratase. La individualidad en la masividad del fútbol de lo cual sólo tú y yo podemos entender.

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Fabio Martín Olivé
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Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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