El principe y su contexto

Los días de lluvia son para escuchar a Belle & Sebastian. El sonido de las gotas sobre el vidrio, el clima gris y frío, se complementan perfectamente con la cálida y armoniosa voz de Stuart Murdoch, creando una simbiosis ideal que te hace sentir reconfortado. Si a esto le sumas una taza de café o chocolate caliente, estás en un pequeño paraíso. Pero si, en cambio, escuchas The Boy with the Arab Strap mientras caminas por la calle en un día de cuarenta grados y sudas a mares, seguro que te chirría; algo está fuera de lugar.
El contexto lo es todo. Y, por supuesto, también en el fútbol. Antoine Griezmann encaja a la perfección en el Atlético Madrid, tanto por estilo como por ideología. Rompiendo con todos los tópicos, el estricto Simeone le da más libertad a su creatividad que la que encontró en el Barcelona.
En el Barça, el francés nunca se sintió cómodo con el manual de estilo que impone la doctrina culé. El juego de posición era una cadena que lo ataba a un solo espacio, y, además, la omnipresencia de Messi le restaba trascendencia y, lo que más le importaba, le quitaba momentos de solitud con la pelota. Debía pasar largas jornadas de trabajo cumpliendo su horario mientras veía que la chica que le gustaba se divertía con otro.
Volver al Atlético lo liberó. Se reencontró con su fútbol y el fútbol se reencontró con él. Es en el Metropolitano donde el príncipe se vuelve rey.