Fichas de Memoria
La vuelta de Oasis, de los Los Piojos, Cris Morena Day, La Lógica del Escorpión, Beetlejuice, la tendencia de futbolistas de los 2000, Fútbol Para Todos… Todo marcó una generación. Todo tiempo pasado es mejor. Todo vuelve, pero en forma de fichas. La mercantilización de la nostalgia equipara a nuestra banda favorita con un programa de Fox Sports que dejábamos de fondo mientras dormíamos la siesta.
Nuestros recuerdos se manipulan bajo esta lógica, añorando cosas que realmente no extrañamos. Cosas que en la foto de nuestras vivencias no ocupaban ni un pixel, hoy se amplifican hasta que todo se vea borroso. En una época donde lo efímero es la moda, con videos de TikTok de escasos segundos para consumir y descartar, enfocamos nuestra mirada en el pasado porque el futuro es cada día menos menos claro.
George Harrison criticó a Oasis por ser música “para adolescentes”, de la misma manera que en los 60 criticaron a The Beatles, y que hoy Noel Gallagher critica a Harry Styles y seguirá sucediendo en el futuro. Nuestra época siempre parece ser la mejor. Nuestros gustos culturales van creando una nueva cadena de ADN que nos distingue, pero también nos hermana con otros miles en el mundo que comparten nuestras pasiones. Por eso, una crítica a una banda o película se toma como una crítica personal, porque se vuelve un cuestionamiento a lo que somos y nos define.
Una de las críticas al nuevo disco de Charly fue su voz. Como si se esperase escuchar al Charly de Clics Modernos en lugar del actual, con una voz más apagada, cansada y menos clara, propia de un sobreviviente de su destino. Será bueno o malo -dependiendo de cada uno- pero La Lógica del Escorpión es un disco y no un reel de Instagram. Charly Le escapa a lo inocuo y decide perpetuar su presente. Como David Bowie en Blackstar, Charly no le teme al final ni al paso del tiempo. Quizás porque se saben eternos.
La vejez de nuestros ídolos nos enfrenta a nuestra propia finitud. La voz de Charly, las canas de Messi o las nuevas generaciones de Pokémon nos incomodan porque revelan que la arena se nos escurre entre los dedos. La humanidad ha anhelado la juventud eterna durante siglos, desde aquella fuente de agua legendaria que buscaba Juan Ponce de León hasta esas bayas de recuerdos que se personificaron en South Park. La idea es alejarse de los problemas que acarrea la adultez y volver a ser ese adolescente con toda una vida por delante y la pujanza para enfrentar al mundo, al menos por las dos horas que dura la película.
¿Queremos volver a nuestra adolescencia y ser aquella persona que éramos, o queremos revivir esos años con nuestra mentalidad actual, como si empezáramos un “new game +” con toda la experiencia y herramientas adquiridas para que sea más fácil? La respuesta varía para cada uno. Es íntima. El peligro aparece cuando entregamos la potestad de responder a un capitalimo inescrupuloso que nos entrega respuestas inexactas dadas por algoritmos, estudios de mercado e inteligencias artificiales.
La memoria es hoy un recurso a explotar, tanto como el agua o el petróleo. La manipulación de nuestros recuerdos son una herramienta política poderosa. Donald Trump con su eslogan “Make America Great Again” (¿cuándo dejó de serlo?) o los “70 años de peronismo” que enarbola nuestra derecha local y borra de la ecuación al menemismo que tanto enaltece Milei, las dictaduras que avala Villarruel, “el 2001” en el que participaron Bullrich y Stuzenegger, o la deuda tomada por Caputo. Como si fuéramos Joel en Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos nos borran o desnaturalizan nuestros recuerdos. Crean caos.
Cuando el vocero Adorni no mencionó a Maradona entre los zurdos destacables de nuestra nación, fue intencional. De la misma manera que Macri declaró que “la época de Maradona se terminó”. Quieren borrar a Diego de nuestra memoria colectiva porque les molesta de cara al futuro que quieren imponer. Barbara Pistoria, en Todo Diego es Político, escribe que los dos goles de Diego a los ingleses “no vienen a cerrar un asunto, no vienen a darnos respuestas, es esa memoria que no olvida la que nos sitúa con la interrogación abierta: ¿qué país fuimos? ¿Qué país nos dijeron que fuimos? ¿Qué país somos? ¿Qué país nos dicen que somos?”
Diego es memoria. Memoria para no olvidar nunca de dónde surgió. Memoria para recordar el consejo de su hermano para gambetear a Shilton. Memoria para recordar a quienes lo traicionaron y a quienes le juraron amor eterno. Pero también es memoria para recordar sus caídas, sus cicatrices, sus delitos, sus erorres. Memoria para no rendirse. Memoria para seguir luchando. Memoria para recordar su propia humanidad.
Ante la tentación de resignificar momentos de manera edulcorada, debemos tener en cuenta el presente: Ver quienes somos para saber quienes fuimos y quienes vamos a ser. Es fundamental cuidar nuestros recuerdos, símbolos, momentos felices, pero también nuestros errores, traumas y momentos oscuros que nos definen como individuos y como sociedad. Esa experiencia que nos hace evolucionar no debe ser enajenada para limitarnos. Todo está guardado en la memoria y no debemos canjearla por fichas para ruletarnos nuestro futuro.