Fútbol Producto

Fabio Martín Olivé
3 min readFeb 25, 2025

El negocio del fútbol se ha ido incrementando a pasos agigantados en los últimos años. No solo en las exorbitantes transferencias de los jugadores, sino también en el discurso de dirigentes, entrenadores, jugadores y comunicadores con la intención de vender el “producto fútbol” a la mayor cantidad de compradores.

La búsqueda está planteada en términos de que una mayor cantidad de personas “consuman” fútbol sin necesidad de que lo entiendan. De esta forma, vemos cómo se llenan horas de televisión o radio con programas que hablan de internas de vestuarios, problemas íntimos de los protagonistas o rumores de ventas como si se tratara de uno de esos infomerciales donde te muestran las cualidades de una faja para adelgazar.

Para que cada vez más personas compren camisetas de colores estrafalarios o paguen el servicio de televisión Premium, se tiene que llegar a una audiencia que no está interesada ni conoce sobre el fútbol. Es más fácil captar la atención desde el living de un canal de noticias gritando palabras rimbombantes como “fracaso” y “humillación” o apelar al patriotismo, que explicar los factores tácticos, técnicos y estratégicos de un partido (eso sería muy aburrido).

En la NBA, el comisionado Adam Silver se arranca los pelos que no tiene para mejorar los niveles de audiencia. Piqué cree que los niños prefieren los jueguitos de celulares antes que ver un partido, entonces sugiere cambios reglamentarios para agradarle a una audiencia infantilizada en la que el proyecta sus propios déficits de atención (un drama de estos tiempos es el de los millonarios que piensan que son genios y debemos soportarlos opinando de cualquier cosa). En Argentina, Deportivo Riestra hace debutar a un youtuber para atraer a las “nuevas generaciones”. Un montón de técnicas de marketing mientras los precios de las entradas son prohibitivos para la mayoría y cada día hay más trabas para ver a tu equipo por televisión.

Kevin Durant tuiteó que hoy a los hinchas les interesa más la agencia libre que los partidos, la fecha límite de los traspasos o la pelea entre los jugadores que los partidos en sí. Esto es así porque no se busca llegar a los hinchas, sino llegar a nuevos consumidores. El hincha fanático, en su incondicionalidad, no necesita que le vendan historias o publiciten los partidos de su equipo porque ahí estarán. Pero para vender más hay que llegar a un público casual que, sin estar muy interiorizado del deporte, pueda verse interesado en toda la parafernalia que lo rodea.

De esta forma, cada vez hay más gente que mira y consume (lo más importante) fútbol, pero poca que lo disfruta y lo entiende. En la cancha, donde antes se iba a disfrutar de un partido o un jugador aunque no sea de tu equipo, se silba un pase atrás o se critica un caño porque no es productivo. “Productivo”, qué término tan empresarial. En nuestros trabajos nos obligan a ser productivos para que nuestra posición siga siendo redituable y no la perdamos, lo que genera cada vez más presión e inconformismo. Lamentablemente, instalaron esas ideas en uno de los pocos espacios de dispersión de nuestra rutina. Un caño, una gambeta, un taco, etc. No tienen que ser productivas, tienen que ser bellas, alegrarnos al menos un segundo. ¿O acaso Salvador Dalí o John Lennon buscaban ser productivos cuando creaban su arte?

Los valores deportivos, el componente lúdico del juego o el fenómeno cultural es algo que solo le interesa a un nicho. Sí, el fútbol -o el básquet- es de culto. Lo masivo es el producto.

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Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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