Hoja en blanco

Puedo escribir los versos más tristes esta noche, o puedo escribir sobre el rol de Foden en el fordismo guardioliano y cómo ello derive en los Happy Mondays tomando ácidos y el movimiento Madchester. Mi mente se llena de imágenes sueltas que no derivan en ninguna idea, como si estuviera scrollandeando por Instagram. Pienso en tantas cosas que al final decido pensar en nada. Y escribir sobre la nada.
Sentarse frente a una hoja en blanco es como ver un Aleph. Todos los saberes del mundo (al menos de tu mundo) pueden volcarse allí. Las infinitas posibilidades sobre lo que se puede convertir llevan a la neurosis por tener que hacerla finita. Pensar, modificar, recortar, tesis, antítesis. Exteriorizar aquello que venías elucubrando, profundizar en algo que podría haber sido un correo electrónico enviado a la carpeta más recondita de tu mente, pero que terminó siendo una crónica, columna, poema o novela.
Como en un western, te encuentras frente a frente con la hoja en blanco. Esa nada que espera, sabiendo que tiene todo el tiempo del mundo porque es eterna. Eres tú el único encargado de iniciar la transformación hacia algo. Vos y nadie más, eres el encargado de rellenar ese vacío con letras, palabras, frases, emociones o información. Todo depende de vos y , como bien dijo Nanni Moretti en Caro Diario, “si depende de mí, estoy seguro de que no lo conseguiré”
Lo que escribas puede ser la pieza que te haga ganar un Pulitzer, la que logre que te cancelen en Twitter o una más en los anales de la insignificancia. Puede ser la novela con la que logres un best seller o el poema que conquiste al amor de tu vida. La nada nos observa y expone nuestros miedos, manías, inseguridades, ambiciones, anhelos y pasiones. El brillo que emana de la nada no permite que nos ocultemos en las sombras.
No sabía qué escribir, así que me puse a escribir. Debería haberle pedido a una Inteligencia Artificial, fría y sin ansiedad, que me escriba una nota clickbait para lograr visitas, pero prefiero sentir ese cosquilleo que recorre por mi cuerpo cuando una idea está por ser plasmada, y así, ocupar la nada.