Inzaghi, Simone

Fabio Martín Olivé
3 min readOct 20, 2023

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La infancia de los Inzaghi fue cómo la de cualquiera de nosotros. Ir a la plaza con una pelota, armar dos arcos con bolsos o piedras, y pasarse horas jugando hasta que el grito de tu madre hace darte cuenta que sólo iluminan las estrellas. Filippo y Simone son tan parecidos que hasta se los confunden cómo gemelos, aunque Pippo es tres años mayor, reconocé que su hermano siempre fue más fuerte, y quizás le sacaba ventaja en esas tardes dónde soñaban que anotaban cómo Paolo Rossi ante Brasil, Argentina o Alemania.

Ya de adultos, ambos eligieron el oficio de marcar goles y fue el hermano mayor el que más se destacó. Es que Pippo encontró un glitch en el juego que supo explotar cómo nadie: Vivir en la ficticia línea que marca el último defensor para estar siempre antes pero nunca adelantado. Es que cada anotación la festejaba con pasíon, su cara se transformaba por el extasis, cómo quien alcanza el orgasmo junto a la persona que ama. Es que para él el gol era su mayor amor.

Simone forjó su carrera en paralelo a la de su hermano, en un relativo silencio, similar a cómo Harpo actuaba mientras Groucho realizaba sus ingeniosos juegos de palabras. A pesar de las lesiones, logró liberarse de la sombra que su hermano Pippo proyectaba sobre él y se ganó un lugar en el corazón de los seguidores de Piacenza y Lazio. Ya cómo entrenador, fueron dos intempestivas renuncias la que le abrieron las puertas: Primero fue el “no” de Marcelo Bielsa a Lotito, que le permitió ser el dt principal del cuadro lacial. Luego, la de Antonio Conte, que le dejó la estructura de un Inter campeón para que el pueda ponerle sus matices al 3–5–2.

Sin embargo, no todo es color de rosa en el club lombardo. Su propietario, Steve Zhang, ha estado buscando activamente vender su patrimonio y, temporada tras temporada, ha estado reduciendo los costos de inversión en el plantel. Es posible que su idea original haya sido apostar por Mone por esta razón: un entrenador de perfil bajo que, a diferencia de Conte, no le exigiría grandes inversiones en refuerzos.

Al igual que cuando era jugador, Inzaghi trabajó en silencio. Con su liderazgo, logró cautivar a un grupo de jugadores que parecían haber alcanzado su máximo rendimiento y sacarles un extra. Jugadores como Barella, Dumfries, Lautaro Martínez, Skriniar, Lukaku, entre otros, se destacaron bajo su dirección. Xavi Hernández expresó que este Inter fue el rival más duro tácticamente al que se ha enfrentado. Es que llegar a una final de la UEFA Champions League no es algo de todos los días, y en Inter lo sabe bien. Bajo el mando de Massimo Moratti, el club gastó fortunas en figuras como Ronaldo, Figo, Kanu, Vieri o Batistuta en un diversos intentos fallidos por alzar la Orejona, hasta que finalmente llegó José Mourinho, al mando de un grupo de legionarios, y logró el ansiado título.

Estambul fue otra noche triste para un Inzaghi. Al igual que en 2004, el sueño de celebrar un título en tierras turcas se desvaneció. El Manchester City demostró su superioridad y prevaleció gracias a su jerarquía, aunque el Inter no se quedó atrás en términos de convicción. La Serie A aún le es esquiva, pero si algo aprendió Simone es que no es cuestión de llegar y besar el santo. El equipo mejora temporada tras temporada, incluso a pesar de las trabas que enfrenta por parte de su propia directiva. El tiempo dirá si podrá ampliar su palmarés con los trofeos tan ansiados, pero lo cierto es que ya ha dejado de ser “el hermano de” para convertirse en Simone Inzaghi, entrenador.

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Fabio Martín Olivé
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Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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