Salah contra el algortimo

Fabio Martín Olivé
2 min readDec 10, 2024

Cada cierto tiempo, en Twitter, alguien publica una comparación entre las estadísticas de Salah y Hazard para saber quién tuvo mejor “prime”. Prime es una marca de preservativos o un Transformer pero en el fútbol no es un término útil. Para gustos colores y a quien prefiera cada uno queda a criterio del lector. Lo que sí puedo asegurar es que Salah suele ocupar con poca frecuencia un lugar en la lista de los mejores jugadores del planeta.

El egipcio lleva un lustro siendo la estrella, el “jugador franquicia” en términos de NBA, de unos de los mejores equipos del mundo. Desde la banda de derecha libera toda su expresión creativa con un amplio repertorio de asistencias, controles, desbordes, y gambetas. Incluso, a pesar de medir 1.75 cm, cuando recibe de espaldas y “pone el culo” no es capaz de moverlo ni el más férreo de los centrales.

Su ya histórica conexión con Trent Alexander-Arnold es la que sigue elevando el nivel del equipo de Arne Slot. Pase de Alexander-Arnold directo para que Salah pique al espacio o aguante de espalda y gire. Una jugada que propios y extraños saben que va a hacer y que igual hace, de la misma manera que el clásico recorte de derecha hacia el centro y remate que hacía Arjen Robben.

Las finales perdidas ante Real Madrid (con lesión del hombro incluida) o las Premier League ante Manchester City parecen opacar el legado de un jugador que perece nunca quitarse el mote de “One Season Wonder”. Salah se encuentra en un estado pletórico. Su gambeta en espacios reducidos logra abrir cualquier cerrojo defensivo, con la misma maestría que un ladrón cómo Lupin 3rd se infiltraba en la bóveda de un banco. Si es o no el mejor del mundo no importa, de la misma manera que no importaba si Cleopatra era la mujer más bella del mundo o si sólo había encantado a Julio César.

Su popularidad ha logrado, según un estudio publicado por la Georgetown University en Qatar durante 2022, que se reduzcan en un 16% de las agresiones anti-musulmanas en Liverpool y de un 50% en comentarios islamófobos en redes sociales. Salah es orgullosamente egipcio y musulmán, y por eso sigue siendo lo “otro” en un occidente que lo mira de reojo y lo reconoce a regañadientes.

Salah puede que no tenga prime, peak, aura, ni compilados musicalizados con Michel Teló y las calles lo olviden. Puede que no sume tantos likes y rt como puntos para Liverpool, ni sea considerado mejor que el jugador joven del momento. Salah es un jugador para disfrutar viendo los partidos y no Twitter.

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Written by Fabio Martín Olivé

Periodista. CoAutor de "Nunca Caminarás Solo: La revolución de Klopp en Liverpool"

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